Sí, me fui, un día sentí que tenia que irme, que esta no era la vida que quería llevar. Pero claro, no era fácil. Tenía mis estudios, mis padres, mi hermana, mi casa y mi cama, mis amigas, a las que amaba con toda mi alma, y mi chico. Pero se me cruzaron los cables. No era feliz aquí, no encontraba motivación. Los días iban pasando y yo necesitaba algo que me alejara de la monotonía. Sabía que tenía un problema, muy grande. También sabía que esto no era una película, en la que te vas y todo te sale a pedir de boca, en la que finalmente encuentras la paz que buscabas y aprendes a darle importancia y valorar los detalles de la vida. Tiré la vida que tenía por la borda sin haber pensado un segundo. Tropecé quinientas veces por el camino, sola, levantandome con rabia y dolor. Comprendí que la vida no era tan agradable y que las pesadillas no terminaban al despertar. Pero ahora siento que si no hubiera hecho ese viaje, jamás me hubiera sentido como me siento ahora, LIBRE.
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