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domingo, 30 de enero de 2011

AMANDA.

Infinitas horas en la estación. ¿Qué importa ya? Si no quiero irme de aquí sin ti. Por las noches el guardia me echa (la sociedad, mis amigos, mi familia, el instituto, el baile...) , me dice que es tiempo de irse, de dejar de esperar. Y yo no tengo más remedio que hacerle caso, aunque no quiero irme de ese andén sin tu mano. Pero al día siguiente, independientemente de ese guardia vuelvo para sentarme. Y esperarte. No me importa que sean dos horas, cuatro o quince. ¿Que más da? Si al final son 24. Sí, seré estúpida pero me paso las 24 horas del día en el andén, en el tercer banco empezando por la derecha. Te lo comento por si algún día, de pronto te apetece venir. 


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